domingo, 7 de septiembre de 2014

Sal ahí fuera, el sol está esperándote.

Una vez leí de parte de un gran escritor que: " Todos los días tienen un momento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. El instante mágico en el que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia".  A partir de ese momento, me di cuenta que la felicidad solo depende de nosotros.  Al fin y al cabo, es la única cosa sin misterio más maravillosa del mundo, pues se justifica por sí sola.

Me paso los días soñando, y tengo una fe ciega en el destino. Empiezo a creer que realmente todo ocurre por algo. Tengo hambre de futuro. Pero de pronto un día, todo se detiene de golpe y vuelvo. Pero solo es un día, y un día solo un par de horas. Dicen que todos tenemos unas gafas de ver la vida, quizá ese día mis gafas amanecieron algo empañadas. Nunca olvides que las llevas puestas, no te van a salvar de nada, ni te van a hacer sentir más valiente. Y si algún día consigues quitártelas, ya no habrá más días empañados. Pero no va a ser demasiado fácil.

Alguien dijo: "Somos la emoción ante las cosas que ocurren en la vida". Las cosas más reales son aquellas ante las que nuestra emoción es mayor. Pero, cuidado con las emociones, ni unas buenas gafas con cristales tintados pueden hacer que no nos afecten las emociones para bien o para mal. Y recuerda, que nada es demasiado importarte como para hacerte perder el sueño, ni siquiera las emociones lo son.

Sin embargo la vida podrá ponerse caprichosa o empañarme algún que otro día, pero jamás podrá hacer que deje de creer en la magia. La magia de vivir las cosas más simples. La magia de las risas con magia. La magia de recordar, porque también existen recuerdos que merecen ser recordados con magia. La magia de saber que, las personas con magia no necesitan trucos.

Crecer es aprender a despedirte. Ponerte o quitarte tus gafas de ver la vida y seguir. El momento de marcharte es aquel en el que para ver las cosas como deseas verlas, tienes que empezar por cerrar los ojos. La solución no es cerrar los ojos para soñar lo que deseas, es abrirlos y conseguirlo. Al final de todo esto, nos daremos sigilosamente cuenta de que estamos hecho de inconstantes ayeres y mañanas, y que para llegar al mañana, habrá que superar los ayeres.

Hay batallas en la vida en las que merece la pena entrar aunque tan solo sean para perderlas. Y aunque digan que no estamos hechos para luchar sino para fluir, nunca podremos evitar luchar por aquello que queremos tener.

Aun así, recuerda siempre que la vida empieza en viernes, y que los lunes son menos lunes si sonríes. Que nada se pierde, solo se transforma . Y que hay muchas canciones que aún no han sido bailadas, y para eso estamos aquí ¿no?


La vida termina siendo lo que recuerdas y como lo recuerdas para contarlo. Cuando las palabras no pueden explicar lo sucedido...