No es amor lo que te arrastra
hasta el no ser.
No es amor lo que te vacía por
dentro.
No es amor lo que anula tu
ardua forma de someterte a las peculiaridades del mundo.
El amor es otra cosa.
El peor amor es el que te deja
sin aire,
el que te ahoga,
y te deja ver sin oxígeno ante
el muribundo espacio de dos.
El peor amor es el que te quita el sueño,
el que provoca un oasis en la
cavidad más profunda de tu cuerpo,
el que altera los sentidos más
indescriptibles de tu alma
y los toma consigo, dejándote
sin nada.
El peor amor es el que te
lanza al miedo de existir por separado,
el que te muestra su confianza
y te ciega,
el que te promete la calma más
plena,
y te provoca el temporal más
atroz.
El peor amor es el que no te
abandona ni un segundo de tu vida,
el que se vuelve necesario,
el que te hace recluso de su
afán,
y se convierte en un peso de
tu alma.
El peor amor no es el que no
existe,
es el que te hace no existir.
No es amor si te ahoga,
si se lleva tu tiempo consigo,
si te roba los besos, en lugar
de ganárselos.
El peor amor no es el que no
encuentras,
es el que hace que no te
encuentres a ti mismo.
No es amor si nunca te supo
escuchar,
porque entonces jamás
recordará el sonido de tu voz.
No es amor si te convierte, te
amolda,
si te hace a su medida.
No es amor si solo supo sentir
mucho, en lugar de amar bien.
El amor es otra cosa.
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